Las ADVERSIDADES no dicen que Dios te dejó. Más bien prepara el escenario para la manifestación más gloriosa de Dios en ti.
Dios Mío, hoy que me presento ante Ti, traigo en mi interior una aflicción muy grande. Padre, necesito de Ti, de tu amor y tu paz. En la vida he pasado por tantas situaciones que ahora siento que solamente con tu bendición podré mejorar.
Mi Señor, han sucedido varias cosas que me hicieron pensar que las soluciones no vendrían pronto y que la adversidad era más fuerte que mi voluntad. El dolor, los problemas me agobiaron y mi corazón se sintió dolido. Padre bueno, Tú me ayudarás a sanar mis heridas.
Dios eterno ayúdame a no rendirme y a seguir adelante a pesar de todos los obstáculos.
Estos días, mi Dios, he vivido con las preocupaciones y la duda de si todo saldrá bien. No he podido comer de manera adecuada o dormir con tranquilidad. He sentido que no tengo paz en mi mente y eso me distrae constantemente.
Te pido, Altísimo, que dejes caer en mí todas tus bendiciones. Dame, mi Dios, el sosiego para despejar mis pensamientos y ver con claridad las circunstancias en las que me encuentro. Dale a mi corazón la tranquilidad para dirigirse con alegría por su camino. Dame la voluntad y la fuerza para avanzar frente a cualquier prueba, Padre santo. Papito dime que no estoy sola!
Isaías 54:17
No prevalecerá ninguna arma que se forje contra ti; toda lengua que te acuse será refutada. Esta es la herencia de los siervos del Señor,
la justicia que de mí procede —afirma el Señor—.
El Señor mismo va delante de ti y estará contigo; Él nunca te dejará ni te abandonará. No tengas miedo; no te desanimes". Cuando nos comprometemos "siempre" o "nunca" no somos capaces de sostenerlo. De ahí el infame dicho: "¡Nunca digas nunca!" Sin embargo, cuando Dios promete "siempre" o "nunca" se puede confiar plenamente en que honrará Su palabra (Números 23:19).
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